El Imperio Bizantino
El Imperio bizantino con su capital, Constantinopla, constituyó la unidad política y cultural que se desprendió del gran Imperio romano al que consiguió sobrevivir durante más de un milenio.
Hasta el siglo VII la unidad del Mediterráneo era un hecho; sin embargo, a partir de aquel momento y con la expansión del Islam desde Antioquía hasta la desembocadura del Ebro, a lo largo del Mediterráneo sur, se constituyeron tres unidades independientes: el Imperio romano de oriente (Bizancio), el Imperio islámico y los reinos germánicos de Europa occidental.
A principios del siglo V, el Imperio romano de oriente cubría los territorios de Egipto, Siria, Asia Menor, Grecia y los Balcanes hasta el río Danubio.
Esta parte oriental de Roma mantuvo la economía heredada de los antiguos reinos griegos que contaban con grandes ciudades industriales y comerciales como Alejandría, Antioquía o Pérgamo.
Por otra parte, la Roma occidental (Italia, Galia e Hispania) no consiguió nunca alcanzar el grado de desarrollo de oriente y se mantuvo bajo una estructura económica agrícola y ganadera.
Constantinopla, la capital bizantina, situada en el estrecho del Bósforo, en un lugar ciertamente privilegiado, constituyó el centro del Imperio. Contaba con más de un millón de habitantes y una riqueza económica y cultural considerables.
Este hecho la convirtió en la ciudad más importante de Europa y del Mediterráneo durante toda la Edad Media.
La incursión del pueblo musulmán en las provincias más ricas de Bizancio durante los siglos VII y VIII, amenazó gravemente su estabilidad y sólo gracias a la reorganización militar que efectuaron los emperadores isaurios y macedonios, se consiguió frenar el avance tanto del Islam como del pueblo búlgaro que atacaba por el norte.
A partir de ese momento, y hasta el siglo XIV, Bizancio constituyó una gran potencia. Sin embargo, en 1453 fue destruido el imperio debido al ataque perpetrado por Mohamed II, quien asaltó la capital bizantina.
Hasta el siglo VII, en que el Islam invadió Bizancio, el Imperio mantenía una economía próspera gracias a Egipto que era el centro agrícola, a Siria que constituía la provincia más industrializada y a Alejandría y Antioquía que fueron los centros comerciales y bancarios más importantes.
Con la pérdida de estos territorios, el imperio se transformó en una sociedad de tipo feudal, con una división de la tierra en grandes latifundios.
Las actividades comerciales y de tipo artesanal se concentraron entonces en Constantinopla y algunos otros puertos como Tesalónica y Éfeso.
La vida religiosa tuvo gran importancia en el imperio bizantino. La iglesia y el Estado estaban muy unidos. El emperador era la suprema autoridad religiosa y la iglesia estaba estrictamente intervenida y organizada.
En lo que se refiere al arte, Constantinopla fue su centro principal y allí se manifestó de forma muy particular.
Entre las características más notables del arte bizantino se cuentan su estrecha vinculación a la religión, Es un compendio de tradiciones helenísticas y orientales que penetraron sobre todo a través de Persia.
El arte bizantino tuvo una influencia indiscutible en las formas artísticas de la Europa oriental, especialmente en lo que se refiere a la arquitectura y a la pintura iconográfica.
En la arquitectura domina la modalidad del arco y la bóveda mientras que en el arte plástico se perpetúa la tradición del mosaico consiguiendo unas decoraciones realmente admirables.
Las imágenes religiosas pintadas sobre madera, los iconos, tienen un cierto parecido con las representaciones que aparecen en Europa occidental durante el periodo del arte románico.
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